Bergen, 31 agosto 2006

Alpine ecology: overview

Hoy ha sido la clase de orientación para la asignatura "Alpine ecology". Me empezaba a acostumbrar a tener sólo dos días de clase a la semana -lunes y martes-, y he tenido que romper hoy miércoles mi racha. El caso es que me he llevado una gran sorpresa en la reunión esta tarde.

La asignatura "Alpine Ecology" es, en esencia, una salida de campo que vale 5 ECTS. Sí, de lunes a viernes encerrado en un centro de investigación rodeado de estudiantes de erasmus y cobrando un crédito ECTS por día. Esa es la primera sorpresa. En realidad no es exactamente así, pues tienes que hacer un exámen a finales de octubre. De todas formas sigue siendo impensable. Es una gozada.
La reunión era, básicamente, para concretar algunas cosas y confirmar que todos los alumnos que se habían apuntado al curso iban, al final, a llevarlo a cabo. Lo primero que me ha llamado la atención al entrar en la clase, ha sido el aspecto que mostraba ésta: en lugar de sillas, sillones; en lugar de pupitres, una mesa baja. Todo estaba decorado en plan hippie, con fotos de animales y con cositas colgadas. Había una tostadora y un cacho de pan encima de una estantería.
De improviso, un hombre rubio con barba tupida y piel curtida por el frío, de unos cuarenta o cincuenta años, ha entrado en la extraña habiatación, en la que muchos alumnos habíamos tomado ya asiento. El pelo le brillaba con unos reflejos realmente curiosos; la barba, por otra parte, iluminaba su camiseta desgastada con su color cobrizo, casi pelirrojo. Las arrugas de la piel parecían tener registrado cuánto tiempo había pasado bajo la nieve en total durante toda su vida. Su barriga le acusaba, al menos en apariencia, de un discreto pero sincero amor a la cerveza.
Al entrar por la puerta ha saludado inmediatamente en un tono informal a todos los que estábamos allí reunidos. Al sentarse, mientras nos escrutaba con sus ojos claros entrecerrados, como protegidos del aire, me he percatado definitivamente: era pariente cercano de Papá Nöel.
Nöel nos ha ido explicando más o menos en qué va a consistir el viaje y nos ha entregado unas hojas a cada uno de nosotros con los materiales necesarios: la ropa y demás. La lista titulada "What else to bring?" merece ser transcrita a continuación:
  • Alarm clock (to get you up in the morning)
  • Beverages for the evenings (beer, wine, soft drinks)
  • Snacks or sweets if you like
  • Music cd's
Por supuesto, ha añadido algunas otras cosas a título de recomendación oralmente. He tomado nota de alguna de ellas:
  • Comida típica de nuestro país (para la fiesta del primer día)
  • Toalla para la sauna mixta (si os da vergüenza sentaos desnudos)
Como se puede apreciar a la legua, la reunión con el profesor ha sido una risa.
La excursión consiste básicamente en cinco días dando paseos por el campo con expertos y charlas en el centro donde nos hospedamos (Alpine research center Finse). Los cursillos dentro del complejo son los siguientes, y están impartidos por ocho profesores diferentes:
  • Grazing induced plant defense
  • Zooplancton in alpine ponds and lakes
  • Colonization after the last ice age
  • The Tatra National Park in Poland
  • Moss mites in the glacier foreland at Hardangerjokulen
  • Effect of grazing on lichens
  • Artic fox
  • Shore birds
  • Insect adaptation to life in the high alpine
  • Succession in micro arthropods
  • Two insect life-strategy adaptationes to alpine climate
Estas charlas/cursillos son de una o dos horas como máximo. A parte, por supuesto, tenemos salidas de campo todos los días para hacer muestreos y tal.
Pero lo mejor de todo, a parte de la fiesta que va a haber allí, es que hay un lago al lado en el que nos podemos bañar (aunque sólo a partir del miércoles, que primero hay que tomar unas muestras y no estaría bien remover el agua antes). Ah, quien lo desee puede salir a pescar en barquita por el lago.
Todo suena genial. Incluso el precio, 900 NOK, me parece aceptable para cinco días de todo incluído. A propósito, los vegetarianos tenemos comida para nosotros: el profesor ha preguntado si alguien no quería comer carne que lo dijera, que no había problema. Tiene gracia.
Así que este domingo por la noche salgo de caza. Una semana rodeado de frikis me aguarda. Me llevaré el ordenador porque, como era de esperar, además de sauna tenemos banda ancha en wireless... así que os mantendré informados desde el Apine Research Center de Finse.

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Bergen, 30 agosto 2006

Atardecer en Bergen

Atardecer desde la ventana
Ha sido un día especialmente largo, de esos en los que te sientas frente a ellos antes de meterte en la cama y parece que habían sido escritos en algún guión, en alguna parte. Cada día que pasa voy tomando consciencia poco a poco de dónde estoy exactamente y qué es lo que me espera este año. Ya dije que no era fácil ver las cosas de manera objetiva si no encontrabas tiempo para dar unos pasos hacia atrás y ver las cosas con un poco de perspectiva.
De la cocina que comparto se marcha una amiga mañana. Me llevaba muy bien con ella y siento que mi apoyo fundamental aquí se desvanece. Ahora mismo me siento bastante solo.

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Bergen, 26 agosto 2006

Primer intento: Løvstakken

Por fin me he atado las botas para saltar por el monte. A pesar de que anoche hubo una fiesta que terminó -por lo menos para mí- a las 5 de la madrugada, he tomado la decisión de comenzar a coronar los picos que rodean Bergen.
Se dice de esta ciudad que es la única rodeada por siete picos y siete fiordos. Mi objetivo para el día de hoy era la montaña Løvstakken, la más cercana a la residencia. No he documentado esta expedición fotográficamente, pues la batería de mi cámara estaba agotada.

Equipado con un tupper relleno de pasta y tomate, una botella de agua y mi nuevo corte de pelo, he emprendido mi marcha. La única información de la que disponía era el tiempo estimado para alcanzar la cumbre: dos horas. Tras atravesar un pequeño pueblecito, un cartelito de madera indicaba la senda a recorrer: "Løvstakken". A muerte.
Inconscientemente intentaba superar el récord preestablecido, de manera que en algún momento me sorprendí sudando a mares y al borde del infarto, intentando que las bocanadas de aire alcanzaran hasta el último milímetro cuadrado de mucosa alveolar. La senda rozaba los escenarios de lo fantástico. La vegetación exhuberante, riachuelos murmurando por todas partes, mariposas revoloteando -me pareció ver una Numerada-. Sin embargo, al alcanzar la primera de las lomas y estando a, tal vez, una media hora de la cima, la vegetación fue haciéndose más tupida, desapareciendo los árboles poco a poco para dar paso a arbustos incomodísimos recubiertos de espinas. Las vistas de la ciudad eran increíbles, pero el vértigo pudo conmigo: el no estar siguiendo un camino me hizo percatarme del peligro a el que me estaba asomando. Estaba solo, y un resbalón podría haberse traducido en un susto muy desagradable.
Con un ligero mal sabor de boca, sabiéndome perdedor del duelo contra mi miedo, me di la vuelta y emprendí mi camino de vuelta. Esquivando ramas y arroyos, haciéndome paso entre la maleza y sin volver la mirada atrás, pude oír cómo la montaña reía profundamente, sin moverse ni hacer apenas ruido. Cuando alcancé el bosque de nuevo me sentí mucho más seguro. El orgullo herido me jugó una mala pasada y resbalé pecando de una excesiva seguridad en mí mismo -y en mis botas-. Al caer de espaldas, el tupper explotó dentro de mi mochila, aunque me percataría de ello una vez alcanzado el poblado.

Con la camiseta empapada en sudor y el cuerpo sembrado de magulladuras y firmas de arbustos espinosos, emprendí el camino de vuelta a casa. Løvstakken había ganado esta batalla.

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Bergen, 22 agosto 2006

El aroma a madera húmeda


Una habitación puede ser un mundo. Un lugar que cada uno construye a su medida, acorde con aquello que le sucede, con lo que piensa, con lo que quiere ser. La realidad se confunde muchas veces cuando no hay tiempo suficiente para asimilar las cosas o entender a la gente: resulta muy complicado ver las cosas desde arriba cuando no puedes subir las escaleras.

Convertir una simple habitación en tu mundo no es una decisión que se puede aparcar para reflexionar sobre ella más tarde, porque la habitación sigue ahí, crece y te acompaña. Sólo puedes elegir si convertirla en tu vida o dejarla de lado: puedes conseguir que todo entre y aún sobre hueco para otro corazoncito o convertir sus dimensiones en la décima parte de un granito de arena.
La elección más difícil a la hora de decorar una habitación es la de optar por gente o, por el contrario, permitir que entren sólo personas. Al menos en mi caso, es éste y no otro el conflicto que se desata en mis adentros. Y hoy he optado por personas. He conseguido, con muchísimo esfuerzo, mirar a los ojos, hablar de nimiedades y reír por nada, esas cosas que se hacen con las personas importantes.
Cuando era pequeño, me encantaba entrar al garaje de mi casa del pueblo, porque en la humedad del aire se podía percibir un olor a madera que yo, de algún modo, identificaba -e identifico- con el de mi hogar. Quizás por eso algunas personas dejan ese rastro tras de sí, un aroma que invita a llorar de alegría por estar vivo aquí y ahora. Y me sorprendo a mí mismo intentando conservar ese olor a madera húmeda en un frasquito de conservas; guardarlo en el cajón de la mesilla, bajo llave, para destaparlo cada noche y dormir con el recuerdo de que siempre hay personas que huelen a garaje. Siempre hay personas que te hacen sentir como en casa, aunque estés tan lejos y, a veces, tan solo.

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Bergen, 21 agosto 2006

Me estoy haciendo viejo

Me había propuesto hacer un pequeño resumen de lo que han sido estas vacaciones en Bergen, diez días rodeado de gente de todos los lugares del mundo. Supongo que es imposible. Es imposible porque cada segundo aquí en Noruega ha sido como una hora de vida en casa, lo que significa que llevo aquí más de noventa y ocho años. Me estoy haciendo viejo.

Durante estos días he intentado absorber lo más posible (lo llamo mindsponging), intentando no desbordarme, pero en algún momento creí que no me cabía más. El inglés no me ha ayudado demasiado: es extremadamente difícil expresar lo que uno siente al cien por cien en un idioma que no domina. Y eso genera momentos de auténtico pánico. Por suerte la residencia está plagada de españoles que compiten por el dominio de Noruega con los alemanes, que no se quedan cortos en número.

Quede bien claro que no ha sido todo maravilla. He descubierto una realidad que me era desconocida. Los baños no se lavan solos, así como tampoco se baja la basura por su cuenta ni se lavan los platos como en la peli de Merlin el Encantador. Mis encuentros con la nevera ya no se traducen en un "dónde estará el chocolate": ahora es ella la que muchas veces me pregunta si he comprado fruta y berenjenas o me reprende por dejar la puerta mal cerrada. Además de las tareas del hogar, están aquellos objetos que pensé que siempre habían existido alrededor mío pero a los que no había prestado ninguna atención. Sirva de ejemplo la esponja del baño, las sábanas, el papel absorbente de cocina, el papel higiénico... ¡Sí! ¡Los rollos de papel higiénico no crecen en el cajón del baño, hay alguien que los compra y los guarda ahí! El hogar ha perdido mucha magia desde que estoy aquí, todos esos fenómenos desconocidos han adquirido una explicación empírica.
Pero no todo en el hogar se me ha vuelto en contra: la cocina se me da mucho mejor de lo que pensaba. Siempre supe que sobreviviría, pero lo que nunca pensé es que mis compañeros de piso se sorprenderían con mis platos. "El secreto es el aceite de oliva", les digo, moviendo el dedo índice a modo de reprimenda. Sin ir más lejos, una compañera de piso francesa me ha dicho hoy que estaba alucinada con la calidad de mis guisos; que era raro que cocinara tan bien un varón. Debe ser que en Francia los hombres están todo el día tocandose la barriga.
Como mucha fruta, vegetales y pescado. Siempre leche semidesnatada y el segundo huevo sin la yema. Para desayunar, un completo al estilo Warriors of the World: un bol con leche, kornflakes, fruta en pedacitos y miel. Todo junto. Y luego el cafetito, a parte. Sí, me estoy haciendo viejo.

Estos últimos días he estado un poco más tristillo, quizás porque la locura de los primeros días estaba brillando por su ausencia. No he intentado tirarme por la ventana porque mi habitación está en un doceavo piso y podría matarme, además de porque no quepo por el hueco de la ventana. Pero bueno, mañana tengo mi primera clase de Genética del desarrollo a las 12:15 y eso es algo que me apetece. Después, volveré a la resi y comeré para ir al museo de arte, que esta semana es gratis para los estudiantes.

Antes de irme a la cama, debo comentar una anécdota del día de hoy. Hoy se iba a llevar a cabo una gran paellada en el jardín de la residencia, para la que estábamos invitados todo el gueto de los españoles (y algún otro intrépido extranjero). Sin embargo, al comentar dicha posibilidad para la comida de hoy con Toti, hemos decidido mantenernos al margen pues nuestras posiciones económicas no están para sacudidas (sobre todo la mía). Toti y yo estábamos al corriente de que se iba a celebrar una barbacoa a las 14 horas para la comunidad cristiana de la residencia, de modo que el trío calavera, formado por Toti, Braden y yo, ha puesto su culo allí: hemos comido como auténticos feligreses hasta reventar. Cuando se ha hecho el silencio y han comenzado esos ritos que tanto nos asustan (vamos a conocernos todos, buen rollo, todos los sábados quedamos para orar...) hemos huído de allí.

Ahora es el momento de abandonar esta silla para dormir antes de mi primer día de clase, que me estoy haciendo viejo y tengo que descansar.

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Bergen, 19 agosto 2006

Full day boat trip


Durante el día de hoy, por cortesía de la Universitet i Bergen, hemos tenido un viaje de más de 8 horas en barco por los fiordos. Supongo que es de las cosas más impresionantes que he visto sobrio.
He tenido la ocasión de echar una siesta mientras volvíamos, de modo que el regreso se me ha hecho mucho más corto. La parada en Mo, un pueblecito al norte de Bergen ha sido una auténtica pasada. Y como una imagen vale más que mil palabras, he colgado las fotos más monas en flickr. La mayor parte de ellas son de Mo.

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Bergen, 17 agosto 2006

El primer semestre

La calma sigue a la tempestad. Por eso, después de interminables jornadas de papeleo, he conseguido llevar a cabo la matrícula para el primer semestre. Es muy peculiar este país, donde un par de plátanos valen su peso en oro mientras que la educación es casi gratuita. Pagan unas 300 coronas al semestre, lo que viene a ser menos de 40 euros. Y mi especie, la Erasmus, al tener pagada la matrícula tenemos una especie de tarifa plana.

Es decir, puedo matricularme en todas las asignaturas que me vengan en gana. Sin embargo, en Madrid me dijeron que podía convalidar 30 créditos ECTS por semestre, de manera que he tenido que cortarme un poco en ese aspecto.
El tema de las asignaturas tampoco tiene desperdicio. Los horarios se solapan con una facilidad espasmódica, de manera que es imposible ir a todas las clases. Me las he apañado para que los pisotones entre asignaturas sean casi nulos. Pero por ejemplo, en Ordination and Gradient Analysis, es algo imposible, porque la asignatura se imparte en UNA ÚNICA SEMANA. Sí, cinco créditos por cinco días de 8 horas de clase. Y punto pelota.
Otra de mis asignaturas es una excursión de una semana al campo, por la nieve y tal. También son 5 ECTSs al contado. De manera que mi horario normal se reduce a algunos lunes con 6 horas, otros lunes con 4 horas y los miércoles 2 horas. Sí, excluyendo las dos semanas intensivas de OGA y Alpine Ecology, sólo tengo clase los lunes y los miércoles. Ese es mi primer semestre.

Huelga decir que aquí no existen asignaturas anuales... ¡Están locos estos noruegos!

Al final, las asignaturas que he elegido para este primer semestre son: Biological Data Analysis and Research Design (10), Ordination and Gradient Analysis (5), Alpine Ecology (5), Development Genetics (10).
Los números en paréntesis son los créditos ECTS. Así que es ligeramente diferente a lo que había pensado antes de venir aquí, pero lo prefiero así (EVO DEVO... agghhh...). El segundo semestre está por ver, porque hasta Navidades no me matriculo.

Las fotos de este post son de mi habitación. Como veréis está vacía, blanca, diáfana... ¡Mandadme pósters por favor!

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Bergen, 16 agosto 2006

På gjensyn, Norsk


Ya he llegado. Ha pasado una semana y podría haber escrito un libro con las cosas que me han sucedido: los acontecimientos se han precipitado a la velocidad de la luz.
"Dios tomó nota de esta ciudad para hacer el paraíso". Así es Bergen, si no fuera porque llueve ininterrumpidamente.
La ciudad de Bergen está incrustada entre montañas y la baña el mar. Posee numerosos lagos y fiordos, de manera que lo tiene básicamente todo. En los primeros días, en los que la locura de conocer nueva gente embriagaba nuestras desesperadas almas, pudimos bañarnos con un sol digno de Madrid en un fiordo maravilloso, con estrellas de mar en el fondo y todo. Un fiordo viene a ser, si no he entendido mal, algo así como un lago de agua salada conectado con el mar. Desde unas piedras, como bien se observa en el vídeo (jejeje, sí, soy yo) se podían hacer pequeños saltos estilo Sampedro.

Por el otro lado están los papeles. Es una auténtica locura sobrellevar la burocracia noruega si pretendes comer y dormir mientras. No es posible. Pero aquí hacemos lo que podemos. Además, no es posible beberse una cerveza al llegar a la residencia después de tanto papeleo, porque aquí vale seis euros el litro de cerveza en un supermercado y eso para mi economía Erasmus no es viable. Imagínate en cualquier PUB... Una auténtica locura.
Los precios aquí son completamente surrealistas; a cambio, también lo son los sueldos. Trabajar como pescadero en el Fishmarket se cotiza a 15 euros la hora, sin necesidad de saber hablar noruego: en esta residencia viene mucha gente en verano sólo para trabajar los tres meses de verano en los que el Fishmarket está abierto. Ahorran suficiente para salir de fiesta en su país de origen el resto del año. A 15 euros la hora yo también ahorro.

El dinero, como he dicho, vuela. Al margen de eso, esto es una auténtica maravilla: sanidad y educación son prácticamente gratuitas. ¿Será por eso que son rubios aquí? Probablemente no.

Mantendré informado con anécdotas más interesantes próximamente (iré subiendo todas mis fotos a Flickr, en el menú de la derecha se puede acceder).

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Bergen, 02 agosto 2006

Cuatro días de descanso


Se han acabado mis vacaciones fuera de casa. Me separan 5 días y unos 2300 kms de la ciudad en la que se supone que voy a pasar los próximos 10 meses de mi vida. Me asaltan dudas y temores en estos últimos instantes: mientras mi mente vuela como una mariposa blanca, mi culo se agarra con fuerza a esta silla de mi habitación. La maleta, a medio hacer.
Encuentro este momento ideal para hacer una breve crónica de lo que han sido las "Últimas vacaciones de Gon".

Estos últimos cuatro días han supuesto un respiro en mi ajetreado verano. Rodeado de verde en nuestra casa de Santianes (Ribadesella) me he dedicado a descansar. Pincharme con zarzas, aplastar tábanos, meter el pie en el río, disfrutar mientras mi perra se rebozaba primero en caca de vaca y luego en mí, tener pesadillas con arañas gigantes y demás desventuras es lo que yo concibo como DESCANSO.
En otros términos menos catastrofistas, he conseguido escapar del sofocante calor madrileño que a duras penas te permite dormir y me obliga a convertir mi vida en casa en una lucha con ventiladores y desnudez integral. Allí por el norte he salido a identificar mariposas, un hobby que he descubierto últimamente y que resulta ser la mar de entretenido. ¿Curiosidades biológicas en ese Edén que es Asturias? Bueno, en primer lugar, Equisetum en plena Ribadesella. En Santianes, más alejado de la zona concurrida que es Ribadesella, vimos una ardilla roja, lagartijas, una luciérnaga y muchas mariposas (especial mención al "pavo real" en la playa de Vega, que se posó en una roca mientras buscábamos fósiles y a la "limonera", siempre tan amarilla). Ah, y una vaca muerta en medio de un camino.
En la playa de Vega, estuvimos con la fiebre del fósil, buscando como bobos para volver a casa con las manos vacías. Miserables conchitas... Lo más grande que conseguí fue un Belemnite. Caca de la vaca. Supongo que como consecuencia de ese fracaso, fuimos al día siguiente al MUJA, el Museo Jurásico de Asturias, donde me compré una réplica de garra de Velocirraptor (escala 1:1), para revivir mi infancia al lado del Dr. Alan Grant.
Ahora sólo queda esperar. Los últimos trámites burocráticos los estoy solventando de un modo más o menos eficiente, de manera que puedo dedicarme a despedirme de la gente a la que no voy a volver a ver por lo menos hasta Navidades. Y sigo sudando.

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