Eppendorfs naranjas y demás parafernalia
He llegado a casa esta noche y mis compañeras de piso estaban viendo CSI Miami. En una de las escenas de laboratorio, a parte de los Eppendorfs naranjas semitransparentes que tanto juego dan en la serie, he visto la centrifugadora de mesa que uso en el labo (Minispin Eppendorf) y, por supuesto, lo he comentado con ellas.
Una de ellas me ha preguntado si eso es lo que hago en el boratorio, refiriéndose al tema policíaco y tal. Quizás la gente que no estudia biología o no tiene contacto con ella piensa que todas las investigaciones tienen propósitos policíacos o, por lo menos, sanitarios. Investigación médica, biomedicina y tal. Me he puesto a pensar en qué responderle, y no he sabido muy bien qué decirle. Sinceramente, lo que más miedo me da de trabajar en un laboratorio es caer en la monotonía de las pipetas, alienarme completamente de lo bonito de la ciencia; cuando los procedimientos se convierten en el porqué y los objetivos se diluyen en una dimensión desconocida. Pipetear por pipetear.
Supongo que para no volverse loco y caer en tan tremenda desdicha, no hay que alejarse nunca de aquél que dirije el proyecto, ya sea alguien que merodea por el labo con un bigote amarillo y blanco o tú mismo. Y creo que no es facil. Muchas veces él mismo está lejos de preguntarse el por qué empezó a estudiar.
¿Por qué estoy trabajando para resolver una estructura de una proteína? ¿Tiene algún objetivo médico? No lo creo. La doctoranda que lleva el proyecto junto a mi profesor lo tiene bastante claro: tiene que publicar uno o dos papers. Ese es su porqué, no creo que sus objetivos pasen por salvar vidas o cambiar el mundo. Me da un poco de miedo el acercarme tanto a las cosas pequeñas que al final se me olvide que las observamos para entender cómo funcionan las cosas grandes y, a fin de cuentas, cómo funcionamos nosotros.