Bergen, 05 septiembre 2006

Finse: DOMINGO

Domingo, llegando a Finse

El paisaje aquí en Finse es desolador. La luz lánguida y silenciosa se transforma en una imagen de postal donde el lamento del viento al acariciar la hierba arranca lágrimas al atardecer. Los árboles no crecen aquí, ni si quiera un tímido arbusto se decide a hacerle compañía a la sombra. La luz es siempre ténue, aún no he conseguido ver el azul del cielo desde que estoy aquí.

Al margen de las vistas apocalípticas que ofrece el paisaje de tundra que aquí nos rodea, la noche del domingo fue increíble. Para cenar, cada uno de los estudiantes trajimos un plato típico denuestro país, de modo que fue un festín de sabores y alegría. Tras la copiosa cena, nos sentamos en el salón del sitio donde estamos alojados a cantar canciones famosas -y no tan famosas- junto al que se ha convertido en todo un ídolo para mí, el profesor de Alpine Ecology. Es completamente indescriptible el buen rollo qu se respiraba esa noche.

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