Bergen, 01 octubre 2006

Crónica de otra FUNKY-NIGHT

DJ WantedHay muchas cosas que no he hecho todavía en este mundo. Pero desde esta noche, una menos. Me apunté la semana pasada a un concurso de DJ aquí en el club de la residencia. Harto de Shakira y Alejandro Sanz, pensé que sería buena idea poner algo diferente; si se me permite la expresión, algo mejor.
Le dije ayer a una amiga que si conseguía el puesto de trabajo como DJ -además de que me habría entrado la risa- me habría ido un fin de semana a Londres a comprar CD's baratos a Camdem.

Nunca había ejercido de DJ, así que lo primero que hice fue hacer partícipe al encargado de la competición de mis carencias como DJ. Me dijo que no importaba, que era muy sencillo. Otros se habían apuntado sin tener ni idea. Lo primero fue elegir estilo. Podría haberme decantado por pinchar un tema famoso detrás de otro y puerta, pero bueno, puestos a pinchar, vamos a intentar hacerlo bien. Así que FUNKY.

El concurso ha sido en general una gran bazofia. Al final éramos sólo 6 los participantes. Dos de ellos llevaban muchos años pinchando, tenían tablas. Y muchos CD's. Los otros cuatro éramos unos peleles con ganas de poner un poco de nuestra música. En realidad se trataba de eso. Para mí, era una ocasión de colocarme detrás de la mesa y ver qué se siente cuando eres tú el que elige lo que va a sonar en ese garito completamente podrido de música pachanguera de playa. El que normalmente pone la música en el Fantof Club, no sale de los temas del verano y se repite a más no poder. Asqueroso. No he mencionado que el premio para los dos ganadores era trabajar en el Club 3 o 4 veces al mes. Una mierda en realidad, porque el DJ cobra lo mismo que el camarero, 50 coronas la hora (la mitad que un pescadero, no es broma).

Ha empezado la noche un italiano pinchando house durito. Para empezar la noche, a mi parecer, un poco fuerte. Aunque la gente no se ha movido, la verdad es que el chico dominaba. Le ha seguido otro crack, que ha tirado más hacia el trance y tal, pero también un poco fuerte, quizás. La gente se ha levantado con el tercer participante, que ha roto el tecnazo electrónico con Gorillaz. La verdad es que el chaval no tenía ni pajolera idea, pero los temas estaban muy bien elegidos: la gente ha bailado mucho.

La gente bailaba, bailaba, bailabaLuego ha llegado mi turno. Debo reconocer que estaba nervioso, no sé porqué. No sabía con qué tema empezar. Al final, he optado por Get uppa, un tema archiconocido para ver que cara ponía la gente. Bueno, no voy a dar detalles de los temas pero creo que, sinceramente, ha estado muy bien. Hasta con detalles de bajos y volumen en plan DJ profesional. Creo que de los que no teníamos ni idea, he sido el único que he usado el pitch. ¡Que no sepa utilizar unos platos no significa que no sepa como funcionan!
El sonido de la sala es bastante bueno. El sitio, si no fuese por la música, debo reconocer que es grande y está bien arreglado. Pero el concurso... Después de mí, una chica con aspecto de madre se ha puesto en los platos para deleitarnos con... sorpresa. Shakira, Alejandro y compañía. Otra vez. No podía creer que estuviese perpetrando tan terrible delito. Y la gente se ha vuelto loca. Mierda. La pachanga gana.

Lo más divertido ha sido el método utilizado para seleccionar a los ganadores. Se trataba de medir a oído cuánto gritaba la gente por cada candidato. Los dos primeros participantes, DJs DE VERDAD, al no tener muchos conocidos en la sala -no la frecuentan mucho, al igual que yo- no han recibido más que un soso aplauso. Yo he recibido otro aplauso. La chica, que simplemente cambiaba los volúmenes de un plato a otro para cambiar de canción, ha recibido una ovación -con gritos desgañitados y profusos silbidos- digna del propio Andy Smith.
La noche no ha sido tan horrorosa, puesto que también ha conseguido el puesto de trabajo un chico que, aun no siendo un profesional, tenía buen gusto. No pinchar mierdapachanga aquí es un logro. Así que las noches en las que pinche él, procuraré pasarme por el Club a bailar algo diferente. La otra ganadora supone simplemente que cambie la cara del que hay tras la mesa: la música que le gusta a ella coincide exactamente con lo que ya estoy acostumbrado a oír en el Club.

Don't touch me...Como experiencia, una gozada. Cada vez amo más el funky, no lo puedo evitar: anoche con Andy Smith disfruté como un chaval. Y sí, lo reconozco, ME COMPRÉ UNA CERVEZA. Esta noche pinchando me lo he pasado en grande. Cada vez que levantaba la vista de la mesa y veía gente bailando al ritmo de Liquid Soul, Daft Punk o Fatboy Slim, era todo un subidón.

Londres tandrá que esperar.

Etiquetas: ,