Bergen, 12 agosto 2007

Septiembre, oh, septiembre...


He estado apartado del mundo del ordenador durante un par de meses, y sigo vivo. Me he dedicado a vender sweaters y ahorrar durante (ya casi) tres meses. El trabajo, a pesar (o quizás "debido a") estar bien pagado, es duro. Lo único que me aleja del suicidio es pensar en septiembre, ese gran mes en el que he concentrado mis vacaciones de este año.

El 31 de agosto por la noche viajo en autobús a Oslo (Clic en la imagen superior para agrandar, 1), de manera que la mañana del 1 de septiembre puedo coger el vuelo a Tromsø (2). En las inmediaciones de ése aeropuerto plantaremos nuestra tienda de campaña, para hacer noche y tomar el vuelo de la mañana a Lonyearbyen (3), en las islas de Svalbard (74-80 grados norte). En dichas islas no se puede salir de los núcleos urbanos sin rifle, por el peligro que representan los osos polares.

Tras 12 días allí, si sigo vivo, tomo un vuelo a Tromsø (4) y duermo allí dos noches, para tener tiempo de ver una ciudad que me han dicho que es preciosa. Serán dos días de transición psicológica de un año en Noruega a la vuelta a casa. El 14 vuelo a Oslo (5), capital de Noruega para coger el vuelo a Belgrado (6) al día siguiente.

15 septiembre 2007, 9:45, Terminal 2 del aeropuerto de Belgrado. Empieza la segunda quincena del mes, en territorios más calurosos y en compañía del Gran Jero, del Monstruo Balcánico y de Pablululu (¿7?). El viaje prosigue sin saber cómo ni por dónde de tal manera que el día 1 de octubre tomemos el vuelo Venecia-Madrid (8).

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